Ideal para comenzar, un Hosting económico también puede ser de calidad.
Las ventajas de un servidor dedicado con el precio de un hosting compartido.
Consiga el rendimiento de un servidor dedicado con la facilidad de un hosting compartido.
Amplié sus Recursos de disco duro, memoria, CPU según tus necesidades en minutos.
Disponga de toda la potencia, privacidad y seguridad que te otorgan nuestros servidores VPS.
Para aquellas empresas que necesitan un servidor físico para sus aplicaciones y sistemas.
Alta disponibilidad, Hardware de vanguardia, Fuentes de alimentación redundantes.
A su disposición sistemas operativos de gran alcance, como Linux o Windows.
Rendimiento de alto nivel gracias al uso de nuestros potentes procesadores Intel Xeon.
Mesa Central +56 2 2582 1100
Lun a Vie de las 8 a las 22hPublicado en:
En el centro de cualquier negocio, sin importar su tamaño o industria, hay algo más que productos o servicios: hay personas. Y esas personas forman parte de grupos que tienen intereses, expectativas y, muchas veces, poder. A esos grupos se les llama stakeholders. El término puede parecer técnico, pero su impacto es profundo y muy real. Un stakeholder puede influir directamente en el rumbo de un proyecto, de una estrategia o incluso del futuro entero de una empresa.
El error clásico es pensar que los stakeholders son sólo los inversionistas o los jefes. En realidad, hay muchos tipos, y todos juegan un papel distinto, pero clave. Desde un proveedor pequeño hasta una organización vecinal, todos pueden ser parte del ecosistema que sostiene a un emprendimiento.
Son los que forman parte del interior de la empresa, los que están en el día a día:
Estos actores tienen una relación directa con el rendimiento y la dirección general del negocio. Si sus necesidades no se atienden, pueden perder motivación, reducir su compromiso o incluso abandonar la empresa, generando costos ocultos difíciles de recuperar.
Se encuentran fuera de la estructura interna, pero su influencia puede ser igual o incluso mayor:
No se pueden controlar del todo, pero es posible influir en ellos y construir relaciones que sumen. Mantener a los stakeholders externos bien informados y comprometidos permite anticiparse a conflictos y generar alianzas estratégicas.
Una mala gestión de stakeholders puede tener consecuencias graves. Protestas, boicots, retiros de inversión o crisis mediáticas pueden surgir de ignorar a un grupo clave. Por eso, la gestión de stakeholders no es opcional, es esencial.
Primero, hay que identificar. Saber quiénes son, dónde están, qué quieren, y cuál es su poder real.
Luego, clasificar. No todos tienen el mismo peso. Algunos solo hay que mantenerlos informados, otros deben estar involucrados en las decisiones importantes.
Finalmente, actuar. La relación con los stakeholders se construye. No aparece por arte de magia. Implica comunicación constante, respeto, escucha y cumplimiento de compromisos.
No se trata sólo de estrategia, también de principios. Los stakeholders esperan transparencia, coherencia y justicia. Si una empresa actúa con doble discurso, rápidamente pierde credibilidad. Una gestión ética no sólo es lo correcto: es rentable a largo plazo.
Uno de los métodos más usados para ordenar a los stakeholders es la matriz de poder e interés. Esta matriz clasifica a cada grupo según dos ejes:
Esto permite asignar recursos de forma inteligente. Un stakeholder con poco interés y poco poder no necesita mucha atención. Pero uno con alto poder e interés alto, requiere seguimiento constante y participación directa.
Supongamos una empresa que quiere abrir una planta en una zona rural. En la matriz, los pobladores tendrían alto interés y mediano poder; los reguladores gubernamentales, alto poder y también alto interés. Las universidades locales, quizás interés bajo y poco poder. Este análisis permite crear un plan de acción por grupo.
Una vez identificados y clasificados, llega el momento de comunicarse. Pero no se trata solo de mandar correos o hacer presentaciones. Cada stakeholder tiene su canal preferido, su lenguaje propio y su ritmo.
Por ejemplo:
No hay una receta única. Cada grupo requiere un enfoque distinto.
Usar múltiples herramientas mejora la eficacia del mensaje.
El primer paso es observar. Quién podría verse afectado por el negocio. Quién podría influir. Hay que pensar en todos los frentes, no solo en los más evidentes.
Una vez identificados, se evalúa su nivel de influencia y su nivel de interés. Esto ayuda a planear cómo actuar.
Se define qué tipo de relación se desea tener. Cercana, informativa, de participación activa, etc.
Las relaciones cambian. Un stakeholder puede pasar de poco relevante a crítico. Por eso, hay que monitorear y ajustar la estrategia con el tiempo.
Una gran empresa de energía inició un proyecto hidroeléctrico sin consultar a las comunidades cercanas. El resultado: paralización total, daño a la reputación, costos legales, e incluso intervención internacional.
En otro caso, una compañía de moda ignoró denuncias laborales en sus plantas proveedoras. Las redes sociales amplificaron las críticas, y varias celebridades dejaron de usar la marca. El daño fue inmediato.
Estos ejemplos muestran que un stakeholder desatendido puede tener un efecto dominó brutal.
Invitar a un grupo a “participar” no significa mucho si su opinión no tiene peso. Muchas empresas cometen el error de hacer consultas solo para cumplir un requisito, pero no toman en cuenta los resultados.
La participación real implica tomar decisiones en conjunto. Eso requiere humildad, tiempo, y voluntad de ceder en algunos puntos.
La reputación de una empresa no se construye con publicidad. Se construye con acciones reales. Y esas acciones son evaluadas por los stakeholders. Si una empresa promete ser sostenible, pero contamina un río, pierde credibilidad. Si dice que apoya a las mujeres pero tiene una brecha salarial interna, también.
La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace es fundamental. Una marca coherente construye relaciones duraderas.
Los líderes tienen la responsabilidad de guiar la estrategia de relación con stakeholders. No basta con delegar en un equipo de comunicación. El compromiso debe partir de la cima. Cuando un director general se reúce a dialogar con los actores clave, la empresa se aleja del éxito.
Un líder que escucha, dialoga y actúa de forma coherente, inspira confianza y construye relaciones duraderas. La cercanía del liderazgo con los stakeholders puede marcar una gran diferencia.
No todo se puede medir con números, pero algunos indicadores sí permiten saber si la relación con los stakeholders está funcionando:
Estas cifras ayudan a ajustar la estrategia cuando algo no está funcionando.
En el mundo actual, los stakeholders también están en redes sociales, foros y comunidades virtuales. Un comentario negativo en una red puede tener más impacto que una reunión privada.
Por eso, la vigilancia digital se ha vuelto una herramienta importante. Escuchar lo que se dice online permite anticiparse a crisis o aprovechar oportunidades.
Una estrategia digital de stakeholders bien ejecutada puede transformar amenazas en alianzas.
Los intereses cambian. Lo que ayer preocupaba a un stakeholder, hoy puede haber quedado atrás. Por eso, la gestión de stakeholders no es una acción única, es un proceso continuo. Requiere ajustes constantes, flexibilidad y capacidad de reacción.
Una empresa que se adapta, sobrevive. Una que se aferra a lo mismo, queda obsoleta.
Hoy existen plataformas que ayudan a automatizar y organizar la información sobre stakeholders. Estas herramientas permiten:
Si bien la tecnología no reemplaza el trato humano, facilita el control de datos y mejora la eficiencia.
En el centro de cualquier estrategia de sostenibilidad hay stakeholders. Son ellos quienes validan o rechazan las acciones. Si una empresa quiere reducir su huella ambiental, necesita a sus proveedores comprometidos. Si busca impactar positivamente en la comunidad, debe preguntar qué necesita esa comunidad.
La sostenibilidad no es una declaración, es una construcción colectiva.
Las métricas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) dependen en gran parte de los stakeholders. Ellos determinan si una política es creíble o no. Involucrarlos desde el inicio fortalece cualquier iniciativa ESG.
Estas acciones, aunque simples, marcan una gran diferencia.
A veces, los stakeholders más importantes son los menos visibles. Trabajadores tercerizados, grupos vulnerables, pequeños proveedores. Escuchar esas voces es una forma poderosa de prevenir conflictos y fortalecer la integridad del negocio.
Así como hay empresas que ignoran a sus stakeholders, hay otras que se paralizan intentando complacer a todos. Eso también es un error. No se puede decir sí a todo ni cambiar de rumbo cada vez que alguien se queja.
La clave está en el equilibrio. Escuchar, sopesar, y decidir con base en valores, datos y estrategia.
Una cultura que valora el respeto, la escucha y la diversidad, facilita la relación con los stakeholders. Cuando estas actitudes son parte del ADN de la empresa, no se necesitan grandes manuales. Las buenas prácticas surgen naturalmente.
Cuando las cosas se ponen difíciles, los stakeholders se vuelven más críticos. Un error común es cerrar la comunicación en esos momentos. Al contrario, es cuando más se necesita hablar, explicar, pedir apoyo y mostrar humanidad.
Las empresas que sobreviven mejor a las crisis son las que ya tenían relaciones sanas con sus grupos de interés.
El mundo cambia rápido. Las expectativas sociales, tecnológicas y medioambientales evolucionan. Las nuevas generaciones de consumidores y trabajadores son más exigentes. Las empresas que entienden esto y ajustan su gestión de stakeholders, estarán un paso adelante.
Los negocios exitosos del futuro no serán los que mejor vendan, sino los que mejor se relacionen.
Mesa Central +56 2 2582 1100 -
Emergencias: +56 9 93536578 -