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Lun a Vie de las 8 a las 21hPublicado en:
El storytelling es el arte de contar relatos que conectan con la parte emocional del cerebro; esa misma parte que decide en microsegundos si compra o pasa de largo. Cuando escuchamos o leemos una buena historia, se activan sustancias como la dopamina y la oxitocina que nos hacen sentir placer y empatía. En otras palabras, la narrativa es un atajo bioquímico hacia la billetera de tu audiencia.
Imagínate dos anuncios de un mismo smartwatch. El primero suelta pura ficha técnica: “Pantalla AMOLED, 32 GB de memoria, batería de 10 días”. El segundo cuenta: “María, mamá primeriza, monitorea las siestas de su bebé sin interrumpir su descanso gracias al modo nocturno del reloj”. ¿Cuál recuerdas? Exacto. El segundo. Porque hay emoción, contexto y un conflicto resuelto.
1. Recordación de marca casi automática: Cuando la gente asocia tu producto a una vivencia concreta, la memoria se engancha. No hace falta repetir mil veces tu eslogan; basta un relato potente.
2. Confianza instantánea: Mostrar vulnerabilidad —esa metida de pata que casi arruina tu lanzamiento— humaniza tu negocio. La audiencia piensa: “Son como yo, puedo creerles”.
3. Diferenciación real: En un mar de anuncios clónicos, una historia bien hilada es tu huella digital. Aunque el mercado se llene de competidores, tu relato es irrepetible.
4. Alineación interna: El storytelling no solo vende hacia afuera. Sirve para que tu propio equipo entienda el “por qué” y se convierta en embajador de la misión.
5. Facilidad para justificar el precio: Cuando el valor se narra en términos de transformación (antes/después), el foco se mueve del costo al resultado.
El/la héroe relatable: Tu cliente ideal es la estrella. Nada de ejecutivos perfectos ni influencers intocables. Queremos a “Luis, diseñador freelance que pelea con las facturas” o “Ana, estudiante que vende galletas para pagarse el intercambio”.
Un conflicto claro: Sin problema, no hay tensión; sin tensión, no hay interés. El conflicto puede ser externo (falta de tiempo) o interno (miedo a fracasar). Cuanto más específico, mejor.
Un viaje con obstáculos: Mostrar tropiezos genera empatía: ese primer bizcocho quemado, la llamada de reclamo, la noche sin dormir. Los baches hacen real la travesía.
La solución como clímax: Tu producto o servicio aparece en el momento justo, casi como el hada madrina que entrega la varita. Ojo: no se trata de presumir; se trata de enseñar la transformación.
Un desenlace que inspire acción: La historia debe cerrar con un pequeño giro: el héroe cambia, aprende algo y deja una semilla que invita al lector a actuar.
Lee reseñas y comentarios.
Stalkea foros y grupos.
Anota frases literales: sirven para copy.
Pregunta: ¿qué les quita el sueño? ¿qué victoria celebran?
Las personas compran causas, no productos. Quizá vendes agendas, pero en realidad ofreces “paz mental y tiempo libre para lo importante”.
Inicio: presenta al héroe y su mundo cotidiano.
Nudo: introduce el conflicto que rompe la rutina.
Clímax: el héroe se topa con tu solución.
Resolución: muestra la mejora tangible.
Curiosidad: deja preguntas sin resolver.
Empatía: refleja miedos comunes.
Urgencia: tiempo limitado para el cambio.
Autoridad: prueba social o dato contundente.
Un solo llamado a la acción, sin rodeos: “Descarga la guía”, “Reserva tu plaza”, “Escríbeme ahora”. Colócalo justo después del momento de mayor emoción.
Mide tasa de clics y tiempo de lectura.
Ajusta títulos, longitud y tono.
Repite lo que funciona, desecha lo que no.
Doce etapas clásicas: llamado, rechazo, mentor, pruebas, regreso. Útil para lanzamientos largos y campañas de branding.
Planteamiento, desarrollo, desenlace. Ideal para artículos, webinars y videos de venta.
Problema – Agitación – Solución. Breve y directa, perfecta para anuncios y emails.
Muestra la situación inicial, el estado ideal y el puente (tu oferta) que conecta ambos puntos.
Picos de tensión repetidos hasta llegar al clímax. Genial para posts que mantienen al lector deslizando hasta el final.
Encabezado con la promesa de transformación.
Imagen del héroe antes/después.
Sección de “conflicto” con bullets de dolor.
CTA fijo al hacer scroll.
Serie de correos que cuenten capítulos.
Asuntos que despierten curiosidad (“Ayer casi renuncio…”).
Firma personal para reforzar cercanía.
Reels de 15 s con micro‑historias.
Carruseles que narren paso a paso el viaje del cliente.
Stories detrás de cámaras con errores incluidos.
H2 y H3 bien marcados para SEO.
Palabras clave en negrita y sinónimos naturales.
Ejemplos reales (sin marcas) y anécdotas.
Comienza con un gancho (“Te cuento cómo perdí 5 000 suscriptores en una tarde”).
Usa slides con arco narrativo.
Cierra con CTA verbal y enlace en el chat.
Invita a clientes a narrar su experiencia.
Crea episodios temáticos: “El día que todo falló”.
Incluye cliffhanger para el siguiente capítulo.
Error | Por qué duele | Cómo evitarlo |
---|---|---|
Hablar solo de ti | El lector se siente excluido | Usa “tú” el triple que “yo” |
Info técnica sin contexto | Aburre y confunde | Relaciona cada dato con un beneficio |
CTA confuso o múltiple | El público no sabe qué hacer | Un solo paso, un solo botón |
Falta de ritmo | La gente abandona | Alterna frases cortas y largas, preguntas y afirmaciones |
Exceso de perfección | Genera desconfianza | Muestra errores, risas, backstage |
Keyword principal en título, primer párrafo y un H2.
Sinónimos repartidos de forma natural.
Párrafos de máximo 120 palabras para fácil lectura móvil.
Uso de negritas para conceptos clave.
Metadescripción que plantee conflicto y ofrezca solución.
Alt‑text descriptivo en imágenes (si usas).
URL corta con la keyword (“/storytelling-para-vender”).
Preguntas frecuentes con variaciones de la keyword.
Densidad de palabra clave menor al 2 % para evitar sobreoptimización.
Revisión ortográfica (sí, a pesar de las faltas intencionales).
Lo justo para mantener la atención y llevar al CTA. Puede ser un tuit de 280 caracteres o una saga de emails. La longitud no importa; importa el ritmo.
No es obligatorio. Con práctica, feedback y lectura de buenas historias, tu músculo narrativo crece. Eso sí, invierte tiempo en probar y editar.
¡Claro! Un proveedor de tornillos puede contar cómo un pequeño error de calibre paralizó una línea de producción. Todo sector tiene dramas ocultos.
Define métricas antes: tasa de clics, registros, ventas, tiempo de permanencia. Si suben después de implementar historias, vas bien.
Sí, pero adapta ángulo y formato. Un caso de éxito puede ser post en LinkedIn, reel en Instagram y slide en una presentación.
Problema: “¿Te suena quedarte sin ideas de almuerzo a mitad de semana?”
Agitación: “Terminas pidiendo comida cara y poco sana, sientes culpa y tu bolsillo sufre.”
Solución: “Descarga nuestro menú semanal y ahorra 3 horas cada domingo.”
Héroe: “Laura, contadora freelance, trabajaba hasta la madrugada.”
Mentor: “Descubrió un método de productividad de 4 pasos.”
Victoria: “Ahora cierra el portátil a las 6 p.m. y cena con su familia.”
Antes: “Cero ventas en la tienda online.”
Después: “Ingresos diarios estables.”
Puente: “Implementó historias de clientes en cada ficha de producto.”
Lee en voz alta: detectarás frases robóticas.
Cambia nombres: evita mencionar marcas o personas reales sin permiso.
Incluye sensorialidad: olores, texturas, sonidos.
Juega con silencios: un párrafo de una sola palabra puede golpear fuerte.
Añade humor: una carcajada afloja la cartera.
Itera: la primera versión casi nunca es la buena.
Tienes en tus manos el marco de storytelling completo: desde la psicología que lo respalda hasta plantillas listas para copiar‑pegar‑personalizar. No esperes a “tener todo perfecto”. Es mejor lanzar una historia imperfecta hoy que soñar con la obra maestra que jamás ve la luz.
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