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El costo de un ataque de malware para las empresas

Los negocios actuales, sin importar su tamaño, enfrentan riesgos digitales que hace unos años parecían sacados de una película de ciencia ficción. Entre ellos, el malware se ha ganado un lugar especial como uno de los dolores de cabeza más grandes para cualquier empresa que use computadoras, redes, servidores o incluso solo un sitio web.
Y lo peor: muchas veces nadie se da cuenta del problema hasta que ya es demasiado tarde.
Cuando hablamos del costo de un ataque de malware, muchos piensan solo en lo que se gasta para “arreglar el computador” o “formatear el servidor”. Pero la realidad es que el impacto económico va mucho más allá. Es como cuando te roban el auto, y piensas que lo único malo es que te quedaste sin auto, pero después te das cuenta que tenías documentos adentro, que ahora no puedes trabajar, que tenías compromisos que no puedes cumplir y que los clientes se están llendo porque no respondes a tiempo.
¿Qué es un malware?
Antes de hablar de costos, vale la pena dejar claro qué estamos enfrentando. Malware es una forma corta de decir “software malicioso”, y se refiere a cualquier tipo de programa diseñado para dañar, robar, interrumpir o espiar sistemas informáticos.
Dentro del malware hay muchas variantes. Algunas son más conocidas que otras:
Tipos comunes de malware que afectan empresas
Ransomware: bloquea el acceso a archivos o sistemas completos hasta que se pague un rescate.
Spyware: se instala silenciosamente para espiar lo que se hace, registrar teclas, robar contraseñas o información financiera.
Troyanos: se disfrazan de archivos legítimos, pero abren una “puerta trasera” a los atacantes.
Worms (gusanos): se propagan solos por la red, infectando otros dispositivos sin que nadie haga clic en nada.
Rootkits: se esconden profundamente en el sistema para evitar ser detectados.
Keyloggers: graban todo lo que se escribe con el teclado.
Cualquier combinación de estos puede entrar a una empresa por muchos caminos: correos maliciosos, sitios web infectados, redes vulnerables, dispositivos USB, incluso por impresoras mal configuradas.
Y una vez adentro… es como tener un ladrón que vive dentro de tu oficina, viendo todo lo que haces, robando lo que quiere, y encima saboteando el trabajo sin que nadie se de cuenta.